jueves, 15 de marzo de 2012

RUTA AMARILLA


INTRODUCION: Esta es una ruta tanto para correr como para andar, incluso con alguna variante y algún porteo para  BTT. Influenciado por el libro de Julio Llamazares “La lluvia amarilla”, decidimos hacer este entreno sin más pretensión que disfrutar del paisaje y ver una serie de pueblos abandonados en los años 60 y 70 del pasado siglo por las circunstancias que se dieron en su tiempo, de malas comunicaciones, industrialización de Sabiñánigo y otras localidades (Huesca, Barcelona, Zaragoza etcc.), pueblos de colonización, expropiaciones, características culturales (heredaba el primogénito, y el tión se quedaba a trabajar sin sueldo)  etc… Los pueblos cercanos a la carretera general y con comunicaciones se han rehabilitado a tiempo, otros han caído sus muros hasta quedar completamente invadidos por la vegetación, es el caso de Ainielle. Otal que hace pocos años tenía todavía posibilidades de mantenerse en pie, estoy viendo como caen las casas, queda una en pie, alguna borda, una chimenea, que debería ser monumento nacional, y la Iglesia. Iglesia que arregló en su día “la asociación de amigos del Serrablo”, pero que la administración se va a dejar caer, este año no se ha caído porque no ha nevado. El año que nieve, diremos adiós al techo de una ermita románica preciosa. A Otal solo se puede llegar por senda.
 
LA RUTA 
 
Salimos por una senda que parte al lado de la carretera, al Oeste de Olivan, marcada como PR 16 Camino de Santiago, que va a Oros Bajo, y un cartel que indica a Barbenuta, al comienzo es la misma senda, pero al poco rato se bifurca, cogemos la que indica a Barbenuta y la Virgen de las Canales, preciosa senda que permite correr. Enseguida nos desviamos a ver la ermita, una pena, está arruinada y sin techo, volvemos a coger la senda y continuamos hasta cruzarnos con una pista, la cruzamos y seguimos por la senda para bajar al barranco D´os Lucas, lo cruzamos por la derecha de un viaducto, y cogemos la senda que tras fuertes repechos nos llevará a la carretera de Barbenuta ( según nos contaron viven en la actualidad 7 parroquianos, creo que llegó a deshabitarse), la seguimos hacia el este, y a unos 800 metros aparece una senda que sube al pueblo. De aquí por pista vamos a Espierre ( en la actualidad 4 personas lo habitan ), y tras disfrutar viendo piedras pintadas por una señora mayor, según nos dijeron unos lugareños, seguimos la senda de la ermita, que nos lleva a una pista que seguiremos corriendo hacia el Este ya viendo el Pico de Erata. Por los pastos de montaña y siempre por la ladera Oeste y ganando mucha altura para superar las zonas boscosas, cruzamos un barranco cerca de un abrevadero. Aquí cambiamos a dirección sur para ir a la cresta y ver la muralla de Ainielle, que tiene unos 3 kilómetros de larga, y que separa la zona de pastos de Ainielle y Espierre. Ya se ve la ermita de San Benito, y sin apenas parar en ella, vamos al Pico de Erata (2003). Sopla el aire y es frío, por lo que tomamos un bocadillo rápido, y para abajo enseguida, dirección norte, y  dirección este subir al Pelopín (2.007), aquí nos tumbamos un ratillo, pues no hace aire y se está muy bien.  Tras hablar con unos franceses (un grupo se seize, de los cuales tres se han quedado en la cima a reposar, lástima no tener un sacacorchos, pues llevaban una botella de vino que no podía abrir), bajamos hasta un collado para coger la senda a Otal. Nos cruzamos con el resto de franceses, muy dicharacheros ellos, y enseguida nos plantamos en Otal. Precioso pueblo deshabitado en los años 70, del cual quedan en pie alguna borda, y una casa, ocupada temporalmente. ¡Sorpresa!, nos ofrecen cerveza, pero decimos que no porque sabemos lo que cuesta subirla hasta Otal, uno de los pueblos más altos de la provincia de Huesca, y nosotros llegaremos enseguida a un bar, y él se quedará todavía unos días disfrutando de la soledad, solamente rota por algún que otro excursionista. Es sábado, dudo que a partir del lunes vaya nadie por esos lares. De aquí seguimos la PR-3 a Ainielle, precioso camino que sube u baja, y da alguna revuelta para sortear barrancos, pero que se hace agradable “si no estás cansado o agotado”, se llega a una pista, y tras medio kilómetro hacia el oeste viene un cruce de caminos, cogemos el que indica al Ainielle, es el del Oeste. Pista que nos deja en lo que queda de pueblo, la más absoluta rutina, cubierto por vegetación. De aquí seguimos al Oeste, pero enseguida cambia de dirección hacia el sur para cruza el barranco de Ainielle. La senda es muy bonita  y soleada, tras una bajada, llegamos a un cruce donde indica a Bergusa y Olivan, o solo a Olivan, esta es por pista. Cogemos el primer desvío y vamos ya bordeando la montaña por el sur hasta Bergusa, una buena bajada que permite correr. A Bergusa tampoco llega ninguna pista por lo que también está en ruina casi total. Se ve un cartel de obras. Seguimos la dirección de Susín (cartel indicador) y que baja a cruzar el río por unas piedras que hace de pasarela, el camino a Olivan sube muy alto, por lo que no es aconsejable si estás cansado. Vale mas tomar del de Susín y cuando coges la pista, no soltarla, amarrarla con cariño, que te llevará a Olivan. Nosotros aun hariamos un desvía a ver Susín, un kilómetro y medio más de excursión, pero merece la pena. Coqueto y arreglado. Ya por una senda que sale al Oeste del pueblo, fijándonos no tomar la de Larrede, llegamos a la pista de Olivan y enseguida al pueblo. Han sido unas 7 horas entre trotar, andar y descansar.
Hemos corrido y caminado: Saioa, Alvaro, Samuel y Javier.
Hemos disfrutado: A ratos, todos.
Hemos sufrido: a ratos, todos.
En total han sido 35 km con sus correspondientes 1500 positivos.

 Pequeña reseña de lo visto:
- Olivan, Barbenuta, Espierre, Otal, Ainielle, Berbusa, Susín.
- Iglesias románicas de estas mismas localidades. No las cito, a cual más bonita.
- Picos Erata y Pelopín.
- Pared de Erata (muralla que separa los pastos de Ainielle de los de Espierre).
- Pasarela de Berbusa.
Bordas.
- Eras.
- Ermitas fuera de las poblaciones: Virgen de las Canales, 2 en las cercanias de Espierre, San Benito, al lado del Pico Erata.
- Piedras pintadas de Espierre.


Resumen de lo visto.
Habría para escribir un libro. Pero me voy a detener en la ermita románica de Otal, ya que “gracias” al olvido de la Administración pronto caerá su techumbre. Muchas gracias, repito, muchas gracias.

Data del XII, dedicada a San Miguel, y según otros al Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Exterior de la iglesia:
De la fábrica original queda solo su cabecera -magnífica- pues el resto de la edificación es fruto de las reformas sufridas en los S XVI y XVII.A la nave original, se le añadió, como en tantas otras una nave lateral a base de demoler el muro sur y sustituirlo por grandes arcos de medio punto.
El ábside, típicamente serrablés, erigido a base de sillarejo con técnicas lombardas, a soga y tizón consta de 9 arquillos ciegos, apeados en sus correspondientes lesenas, por medio de salmeres independientes que descienden hasta un basamento compuesto por no menos de media docena de hiladas de sillarejo. Los dos arquillos y lesenas más septentrionales han quedado ocultos por la posterior edificación de la sacristía. Tres ventanales de doble derrama se abren a media altura.
Una moldura tórica corre por encima de los arquillos; y sobre ella, el emblemático friso de baquetones sustenta la cornisa compuesta por dos hiladas de lajas, más saliente la superior.
El cementerio se ubica, como es habitual, en el lado sur de la cabecera delimitado por murete de piedra y cerrado con verja de forja simplemente apoyada en la pared.
Cosa rara sucede en el abside, hay varios enterramientos en la pared del ábside.

Al interior del templo se accede por una portada de arco de medio punto dovelado, del XVI o XVII, con decoraciones sogueadas en su base y letras del anagrama de Cristo en la clave.

 Interior de la Iglesia:
El interior presenta en la nave original, la eliminación de su muro sur y sustitución por un gran arco de medio. A oriente, se cierra por medio de ábside de tambor cubierto con bóveda de cuarto de esfera sin intermedio de impostas. Por delante hay un presbiterio atrofiado de dos tramos, cubiertos por sendas bóvedas de cañón. Todo ello oculto a conciencia bajo kilos de enlucido y azulete repintado asemejando los sillares que previamente se habían escondido. El altar ocupa toda la superficie del ábside, compactándola, casi hasta el nivel de los tres ventanales.
Bajo la capa de azulete en el lado sur del presbiterio, se adivinan en un desconchón, pinturas perfiladas en negro, de motivos vegetales que hacen pensar que bajo en enlucido del ábside pueda haber pinturas murales.
La actual nave de la iglesia se cubre con techumbre de madera. El piso de la misma es de losa de piedra, abundando las lápidas funerarias en el mismo. Hoy en día cubierto de mierda. Han dejado entrar el ganado. Varias capillitas laterales adornan los restos del muro norte original; y a los pies de la nave, un coro añadido, cubierto con bóveda de medio cañón.
La pila bautismal, cuadrada y encalada, se halla empotrada en un arcosolio en el lado norte de los pies de la nave.

La lluvia amarilla de Julio Llamazares:
La lluvia amarilla es el monólogo del último habitante de un pueblo abandonado del Pirineo aragonés. Entre «la lluvia amarilla» de las hojas del otoño que se equipara al fluir del tiempo y la memoria, o en la blancura alucinante de la nieve, la voz del narrador, a las puertas de la muerte, nos evoca a otros habitantes desaparecidos del pueblo, que lo abandonaron o murieron, y nos enfrenta a los extravíos de su mente y a las discontinuidades de su percepción en el villorrio fantasma del que se ha enseñoreado la soledad.
 
 En el pueblo de Ainielle ya sólo quedan Andrés y Sabina. Poco a poco el matrimonio se ha visto obligado a ver cómo los demás habitantes, espoleados por la miseria o por la promesa de un mundo mejor, han abandonado gradualmente las duras condiciones de vida. Una noche, sin embargo, Andrés descubre a Sabina ahorcada en el molino. Ahora ya no queda nadie que pueda llevar con él el peso insoportable del pasado.
 
 La lluvia amarilla confirma en Llamazares el léxico vivo, preciso y genuino, la autenticidad artística y las dotes de creación de un clima poético y un universo personal que acreditan en él a uno de nuestros más valiosos narradores.
Javisa.


3 comentarios:

Torperto dijo...

Precioso. La ruta, el relato, el compartirlo con nosotros.
Un día de estos cae seguro.

Muchas gracias

CorriendoporelCampo dijo...

Me ha encantado. Qué bonito!

Etxepe dijo...

Este fin de semana he estado en Otal y, lamentablemente, el techo de la iglesia ya se ha caído.