¿Qué decir de esta carrera que no se ha dicho
ya? Épica, preciosa, dura y cruel. Cruel para los que con su múltiples cortes de
tiempo vieron truncado su sueño.
Hoy, a unos pocos días de la prueba casi me
suben las lágrimas a los ojos pensando en lo que fue, sin duda, el esfuerzo
físico más grande que he tenido que hacer en mi vida. Mi forma de hacer esta carrera no es la más
idonea, quizás.
Me había preparado bastante bien para la prueba
al principio del año, aunque no había hecho una carrera larga en muchos
meses. La ultima el “Osan extrem” en
Abril. Y un par de vueltas al Posets. En
las 6 o 7 semanas antes de la prueba me había caído 3 veces con lesiones de rodillas,
muslo, costillas. Los días de antes
tenía una contractura fuerte en la pierna.
Bueno, al final una lástima. A
ver si hay suerte.
Llegamos Óscar Plasín, Pablo Cofrades y el
famoso Ramón Ferrer a Chamonix el miércoles anterior. Quedamos con Luis Alberto Hernando y Nieves
allí, Ramón iba de apoyo a su intento.
El ambiente en Chamonix genial, precioso. Fue curioso ver a la gente acercarse a Luis
para hacerse un foto o para firmar un autógrafo. Luis con una simpatía y humildad con todos
alucinante. Al día siguiente me
encuentro con Timmy Olson, comiendo en la misma cafetería y él también muy muy
amable. Gran hombre. ¡No sé si esto pasaría con las estrellas del
fútbol!
Al día siguiente a coger dorsales y al control
de material. . Super bien
organizado. Magnifica la
organización. ¡Y las vistas! ¿He hablado de las vistas? En Chamonix la montaña casi toca el
pueblo. Me quedé enamorado del sitio.
Visita a la feria. ¿Compro nuevos
pantalones para correr? No tengo nada
claro que llevar y llevo todo el día dando vueltas al tema de la ropa.
Ya me empieza a molestar, la pierna, la rodilla,
la cadera. Supongo y espero que son
nervios, pero con los dolores que había tenido hace nada por mis caídas ¿quien
sabe? Pienso que tengo solo un 50% de
posibilidad de llegar siquiera al primer avituallamiento.
El día grande llega. Ir a Chamonix de nuevo a dejar la
bolsa. Descubrimos que no se puede dejar
hasta la 1:00pm. ¡Vaya! Todos los planes de poder comer muy pronto y
dormir una gran siesta fuera. Había que
perder el tiempo sentado un un banco en Chamonix. Comer, pasar tiempo. Esto es lo peor de la carrera, esperar tanto.
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Todo controlado |
Estamos en la salida al menos una hora pronto,
después de tener bastante suerte de encontrar un sito para aparcar en el
parking de Grepón. Montón de
gente. Se pone a llover, y mucho. Algunos ponemos la chaqueta, otros no, como
Óscar, y se calan totalmente.
La salida un poco deslucida por la lluvia que
cae. Había esperado las lágrimas de
emoción con la música, pero no vinieron, me preocupaba la lluvia demasiado.
Salimos bien, en buena posición. ¿Llegaría al primer control? ¿Aguantaría la pierna? Rápido hasta les Houches, pasamos delante de
nuestro Hotel y saludo a la dueña con un “ Bonjour, Madam”. La lluvia se intensifica. Subida y bajada por la estación de
esquí. El terreno todo barro. Montón de caídas. Esto se pone difícil.
Llego bien a Contamines. Creo que con 40 minutos sobre el tiempo de
corte. Quería coger un colchón. Esto es de vital importancia para corredores del montón como yo. No puedo exagerar la importancia. En los próximos controles solo incremento un
pelín mi colchón. Subida grande ahora,
eterna, a Balme donde había una hoguera con gente secándose la ropa. Dura, dura con la lluvia y la noche, y
larga, sin fin. Hasta Croix de
Bonhomme. Bajada a Les Chapieux. Creo que ya perdiendo mi colchón.
El nuevo día me sorprende ya en el Col de Seigne
en Italia. Unas vistas
espectaculares. Quería hacer fotos pero
estaba empañada la cámara del teléfono.
Genial el valle hasta Lac Combal, la montaña nevada preciosa de verdad.
Pronto arriba de Courmayeur en col Chècrouit con
un coro cantando. No paro, tengo prisa,
quiero un buen colchón para poder estar un rato en la base de vida.
La bajada, técnica y empinada, pero genial. Disfrutando.
Demasiado. Bajo muy deprisa y mi
rodilla me da un primer aviso. Pero
sigo, quiero ganar tiempo.
Courmayeur.
Aquí las vistas de la cara sur de macizo son para quitarse el hipo. Nunca había visto algo así.
Aquí coincido con Antonio, que había terminado
el Aneto Posets conmigo cuando yo iba de escoba. Iba a esperarme, pero le dije que se fuera,
ya había estado 30 minuto allí.
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Luis A. Hernando |
Aquí cometo varios errores: 1º Cambiarme a una
zapatillas que había llevado solo 3 o 4 veces , de 5 a 14 km de máximo, que
incluso en estas distancias me había causado una ligera “molestia”. 2º Quedar en la base mucho tiempo, hasta 10
minutos antes del corte.
Subida por el pueblo con todo el sol. Agua fresca en una fuente. La sensación al beber no intento describir.
Me acuerdo, no sé si ahora o antes, pensando que el día era de los más
emocionantes de mi vida, solo superado por el día de mi boda (¡de verdad!) y los nacimientos de mis hijos. Estaba con una ilusión tremenda.
Dura es la subida al refugio de Bertone. Aquí
son aún mejores las vistas. Sabía que
tenía que volver con la familia.
Preciosa, La gente ya sufría por
el calor. Genial el camino ya hasta
Bonatti. Pero no podía correr ¿Qué me pasaba? Me quedo sin fuerzas, las ganas se me
escapan. El momento más bajo de la
carrera.
Aquí ocurrió lo que sin duda fue la clave de la
carrera para mí y no sé si sabré explicarlo bien.
Si hay una cosa que he aprendido en el mundo de
las ultras es que hay momentos MUY malos, y que estos momentos al final pasan
si sabes gestionarlos bien. Estaba sin
fuerzas. Me sentí. Mucha gente me pasó, corriendo, trotando,
andando. Sabía que no podía terminar la carrera.
Creo que llega un momento en que esto ya no te importa ni siquiera. Estás tan cansado que no puedes hacer
nada. Solo quieres parar, dormir y
mañana pensar. Hundido.
De
repente tuve una experiencia que solo puedo calificar
como una iluminación. Suena ridículo y no lo puedo explicar pero de repente tenía la certeza que iba a ser Finisher. Me vino a la cabeza una sensación de
serenidad, sabía que todo iba a salir bien.
Ahora, al escribir me ponen los ojos con lágrimas al pensar en este momento. Había un antes y un después. Me tomé un par de Clif Bloks ( son como
caramelos energéticos) y empecé a correr.
Pero correr de verdad. Pasé un
par de senderistas americanos y me animan.
Les comento que voy a terminar, y uno dice “ no te conozco pero estoy
seguro que lo vas a hacer”. Hay algo en
sus voz, una sinceridad, que me llega hondo.
Les doy las gracias, de verdad, y sigo.
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Pablo, Martín y Oscar |
En esta prueba, más
que en cualquier otra, el público es simplemente alucinante. Te animan, te llaman por el nombre, te ven
la nacionalidad en el dorsal y te hablan en inglés, o español o lo que
sea. Los críos quieren chocarte la
mano. Los pueblos se llenan de gente con
alegría y entusiasmo. Solo para ver esto
merece la pena UTMB. Estoy seguro que todos los corredores han sentido este
aprecio y calor del publico, que realmente es conmovedor.
Adelanto a montón de
gente. Voy ligero, feliz,
imparable. Como, bebo e acelero. Animo a muchas a correr como yo. Las vistas de este camino son probablemente
las mejores que he disfrutado en mi vida.
La éxtasis sigue y llego bien a Arnuva.
Del Infierno al Paraíso en pocos kilómetros.
Empieza la subida a
Gran Col Ferret en compañía de un inglés, Gary. Subo bastante bien, frío arriba, y
niebla. Se forma un pequeño grupo al bajar
con un francés también. Charlando con
alegría. Ahora con la niebla es un poco
más difícil seguir. Bajar, bajar, dar
vueltas y por fin llegamos a La
Fouly. Iba toda la prueba sin mis hojas
de tiempos de paso que habían sido destruidos por la lluvia. Llegamos con escasos 20 minutos creo. Gary va más lento. Nos agrupamos de forma espontanea un grupo de
todos los países y salimos a ritmo de marcha rápida. Ahora veo que hay dos tipos de
personas: Las que aún tienen piernas que pueden correr en las bajadas y
llanos y las que no. Soy del primer
grupo pero voy a ritmo de los no ya no pueden correr. Error.
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Tim Olson |
Ya bien entrada la
noche y por una zona con cortados a la derecha llegamos a un pueblo en Suiza.
¿Praz de Fort? ¿Campex? Precioso.
Hay un avituallamiento espontaneo dando té y café. Paro con los demás del grupo pero no tomo
nada. Debemos ir más de prisa. Un subida eterna al Lac Campex. Empiezan las alucinaciones. Veo formas, dibujos en las piedras,
personas, animales, como en pinturas rupestres.
Ya me pasó el año pasado en el Grand Raid Pyrenees. Esta vez veo también edificios. Veo justo arriba en el bosque un edificio. ¡Ya hemos llegado! Pero no, al acercar se desaparece. Y otra vez veo el edificio, y otra vez. Parece totalmente real. No lo imagino, lo veo de verdad. Pero es
mentira, es un espejismo. La hora
de cierre se acerca mucho, me empiezo a preocupar, ¿Llegaremos?
Por fin llega el
edificio de verdad. Nos sobra poquísimo
tiempo.¿Quince minutos? Las
alucinaciones son divertidas pero me hacen dudar de la realidad, así que tomo
un buen tazón de café para intentar despejarme.
Salimos justo unos minutos antes del cierre Gary y yo. Me paro a ajustar una cosa, a cambiar
pilas. En este momento creo que igual
somos literalmente los últimos corredores en la carrera. Hablamos de la necesidad de conseguir un
colchón de tiempo. Empiezo a correr, es
bajada. Adelanto a mucha gente Gary intenta y al principio bien. Tengo que parar a esperarle, le resulta muy
difícil correr. ¿Qué hago? Me adelantan muchas de las personas que acabo
de adelantar yo. Me sabe mal. Me alcanza por fin. Le resulta difícil no torcerse el tobillo,
dice. Veo que no puede correr
apenas. Bueno, empiezo a tirar fuerte
en la subida. Dura subida, pero tengo
piernas. Gary sube bien. Cada vez adelantamos a más personas. Voy bien, concentrado. Veo que pierdo a Gary de nuevo. Un poco más lento. Tiro de nuevo. Por fin arriba. No llega Gary, no llega. Espero y espero. Me adelantan otra vez montones que había
pasado antes. Hay gente que quiere
dormir arriba. Pienso que es muy mala
idea. Hay que descansar en controles. 10 minutos arriba esperando. Por fin llega. Está muy cansado. Empezamos la bajada. Gary va muy despacio. Sé que yo podría ir más deprisa. El tiempo se me está escapando. Miro el reloj. Tengo que hablar con él. Decido hablar en media hora, a ver como
vamos.
Llega el momento de la
verdad. Gary está muy cansado, no sé si
piensa bien ahora, parece en otro mundo.
Baja muy despacio. Le digo “Gary,
pienso que es posible que no llegues al próximo control a tiempo. Realmente quiero acabar esta prueba y aún
puedo correr. Voy a tirar solo a mi
ritmo. Te espero abajo hasta las 6:30 y
luego me voy.” Él está de acuerdo. Le digo que no me gusta tener que tomar esta
decisión pero no veo otro remedio. Está de acuerdo con mi decisión.
No tiene sentido que
cortan a los dos, pienso. Lo único es
que va muy cansado. Espero que no tenga
problemas con caídas y que no le pase nada andando así. En realidad no es un sitio peligroso, no
hace frío, casi es de día, hay mucha
gente alrededor si pasara algo y está cada vez cerca de la civilización. Con cierto sentido de culpabilidad me lanzo
cuesta abajo solo. Me lo he pasado
bien con él y ha sido un compañero agradable.
Él había terminado UTMB el año anterior y reconoció que no estaba tan en
forma este año. ( Al final se retiró en el próximo control, me aseguro que
estaba bien y no perdido al preguntar en Chamonix más tarde).
Aquí empieza a dolerme
la rodilla. Bajo en poco tiempo a las
afueras de Trient y veo llegar el autobús que va a llevar a los cortados. Pero hay que bajar al centro del pueblo, y
queda mucho. La bajado por escalones me
destroza la rodilla. Dolor en cada
paso. Llego, como y salgo. Tengo 20 minutos de colchón solo. Ya no espero a Gary, ha pasado las 6:30.
Ahora toca concentrarme a tope. Arriba a toda velocidad. Consigo adelantar. Arriba, arriba. Me duele la rodilla mucho ya. Catogne.
Control arriba y pregunto al sanitario si tiene una venda para vendarme
la rodilla. Dice que debo llevar yo.
“Control de material” dice, de broma creo.
¡Claro que llevo! Me pone el
vendaje. Pregunto si es fácil llegar
abajo en la hora, o algo así, que me queda.
Me dicen que se puede llegar pero que hay que darse prisa. Esto es la dificultad que tiene UTMB. Parece que los tiempos de corte son más
fáciles al final. Pero NO ES ASÍ. Al final vas cansado y muchas veces estás
tocado de algo Los tiempos al final son
muy justos. Si tienes las piernas que no te dejan correr
estás perdido. Ya me empiezo a preocuparme de nuevo. Concentración a tope, a correr todo lo que
puedo. Dolor tremendo en la rodilla. Adelanto a gente, aviso a algunos que tiene
que darse prisa, muchos ya no pueden correr.
En el bosque, no veo por donde va el camino, me tiro por un sitio, ¿es
el correcto? Bueno, veo otra bandera y
más o menos bien, pero no está marcado cada paso en todos los sitios, o así me
parece. Escucho abajo el ruido de
Vallorcine. Por fin salgo del bosque y
con toda la velocidad que tengo llego al control. 15 minutos sobre el corte. Menos mal que tenía un colchón de 20 en
Trient, ¡sino estaría fuera! En UTMB
echan a la gente sin piedad. Yo creo que
si llegas un minuto tarde te quitan el dorsal.
¡Que todo el mundo lo tenga claro!
¡No apures los cortes, son
inflexibles¡ Bebo y pregunto allí a un
hombre que tal el tramo al próximo corte, La Flégère. Su respuesta me llega hondo, me deja
helado: Se puede llegar, dice, pero el
tiempo que dan es bastante justo. Veo en su cara que no miente. Salgo a toda prisa. ¡No me van a cortar! ¡Ni en km 31, ni 150, ni 160! Se convierte en mi obsesión.
De aquí a meta es el
esfuerzo físico más grande que he hecho en mi vida. Unas horas antes bajo la cara norte del
Montblanc en Italia había decido acabar a toda
costa. Ahora tengo que hacerlo de
verdad. Empiezo a andar con los bastones
a una velocidad de locura, realmente rápido.
Adelanto a mucha gente. No paro,
máximo esfuerzo. Pisando la linea roja
continuamente. Llego a Col des Montets
y empiezo la subida al Tete aux Vents.
Hay mucha, mucha gente. Mi
objetivo es adelantar a todos. Pongo
todo mi esfuerzo, el corazón al máximo como si fuera un km vertical. No puedo dejar nada en reserva. Las vistas
son fantásticas aquí. Se empieza a
empinar la subida. La rodilla me está
chillando todo el tiempo, el dolor es como un cuchillo clavándose. No sé si me estoy rompiendo para
siempre. Me da lo mismo. Terminar a toda costa. El dolor ya es tan intenso que intento subir
solo con una pierna, es decir todos los pasos grandes con la pierna
derecha. Duele menos así pero voy más
despacio. No está de todo claro por donde ir.
Por fin llego arriba y veo más arriba de esta parte aún una especie de
cresta. Me lanzo a correr y andar hacía
ella, adelantando de nuevo. Hay una
chica japonesa, creo, que va super rápida. Intento copiarla. Cada vez que veo
una persona y me pongo a tope a alcanzarla.
Pisar la linea roja, más, más, más.
Tengo que llegar. Me entra una
especie de locura.
La zona se vuelve
técnica. No tengo el perfil y mi memoria
me dice que tengo que bajar 500m para La Flégère. ¿Tengo tiempo? Milagrosamente hay momentos en que la
rodilla deja de dolerme y puedo correr, correr de verdad. Empiezo a hablar a mi mismo de mi rodilla, y
parece que la rodilla se llama Emelie Forsberg!
¡No tengo ni idea porque! ¿Alucinaciones? ¿Locura?
Me alcanza un hombre gallego y me dice que no hay que bajar, que La
Flégère está aquí al lado, que se puede ver.
Allí está, lejos pero a mi nivel. (Había entendido mal lo de bajar) Dice que tenemos tiempo de sobras. Me relajo un momento.
Voy con dolor pero un
poco más despacio. El tiempo pasa, sigue
lejos. Me pasa gente, trotando. Intento trotar, al dolor es intenso. Me encuentro con una senderista y le
pregunto si llegaré. Me dí cuenta que no tengo tiempo. Me acelero otra vez, otra vez a tope. ¡Me van a cortar en el km 160! Otra vez a la
locura. Locura. No hay otra palabra Me faltan 10 minutos hasta el corte. ¡Me van
a cortar a 160km!! No llego. Decido ignorar
el dolor. Ya sé que hay un dolor
horroroso pero decido no hacerle caso.
Cuando una mujer da a luz sin anestesia tiene que soportar mucho dolor y
lo hace, no hay remedio. Lo mismo
aquí. El dolor existe pero lo abrazo, lo
acepto, me convierto en mi dolor. Llego
al punto en el dolor ya no me afecta. De
verdad.
Voy contando mis pasos
en la subida, a ver si avanzo suficientemente en cada minuto para llegar. Última subida con esfuerzo máximo. ¡Llego!
Me sobran, 4 minutos? ( de hecho luego descubro que o mi reloj va mal o
hemos salido un par de minutos tarde, me sobran 6 en realidad).
No sé cuantas personas
llegaron tras de mi, pocas. Por alguna
razón alguien me había comentado que a los que llegan a tiempo aquí les deja
terminar en Chamonix aunque sea más tarde del corte. Hablo con una Americana que había pasado este
control con literalmente segundos de tiempo. Tiene las plantas de los pies
llenos de ampollas. Emociones fuertes.
No sé si no me fio de
este rumor pero empiezo a bajar. Me
duele mucho la rodilla, doblarla es una agonía cada vez. Ando cuesta abajo bien, luego se empina la
pista, se convierte en senda, con raíces, incomoda. No puedo correr. Miro mi reloj a ver cuántos metros de
desnivel bajo en 5 minutos,. No son
suficientes. Intento correr. Lo hago un minuto, dolor intenso. El tempo pasa. Me dice uno que quedan 3 km de senda y uno de
carretera en Chamonix. Tengo que llegar
a tiempo. Me obsesiono con esto, me da
lo mismo si nos dan más minutos, tengo que llegar antes de las 15:30( ¡no tengo
nada claro que los dan en realidad!).
Hago cálculos mentales. 14:50 o
15:00, no me acuerdo. Empiezo a correr a
tope, el camino es más fácil. Ya domino
esto del dolor. La agonía está allí
chillándome. Pero ya puedo
ignorarla. Ya sé que suena ridículo pero
es así. Había tomado una decisión
irrevocable que iba a terminar. Tenía una certeza absoluta en esto. Me exprimo al máximo. Lo
único que importa en mi vida en estos momentos es llegar. La concentración es intensa, total. Consigo superar el dolor. El dolor ya no me puede hacer más, y aún así
no me ha parado. Llevo 8 horas de dolor continuo y agudo y no me ha
parado. Reconozco que iba con una
actitud psicótica, una locura, una dedicación total e absoluta. Algunos, muchos quizás dirán que es una
estupidez. Quizás tengan razón, pero era
el único recurso que tenía para terminar. A
falta de entrenamiento y habilidad solo
me quedaba la locura.
Llego al asfalto.
Pienso en llamar a mi mujer para ver mi llegada en el ordenador, pero decido
que no hay tiempo. Los voluntarios me dirigen por las calles Empiezan los aplausos del público. Nunca en mi vida he visto un apoyo como en
esta carrera. Solo para experimentar
esto vale la pena toda la carrera. La
gente grita, aplauda, me llaman por mi nombre.
Hay mucho británicos allí, hay banderas.
Los ánimos me llegan al alma.
Corro, disfruto, más, más. No hay dolor. Voy mirando el reloj todo el tiempo, 6
minutos, 5 minutos. Llego. Miro el reloj. ¡Me sobran 4 minutos! ¡Quizás no hacia falta tanto esfuerzo al
final! Iba sobrado de tiempo (De hecho
luego al ver que mi reloj iba mal creo que me sobraron 7 minutos!! Tiempo final 45h 52min 49s). Aún
terminaron 10 personas detrás de mí.
Felicitación de
Óscar. Un chico llega unos segundos
después de mi. Se tira al suelo y está
varios minutos llorando allí. Otro
llega, no sé si se desmaya, vienen médicos con camilla.
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Finisher!! |
Antes de llegar
pensaba que me vendrían las lágrimas.
No vienen. Ya no tengo energía
mental ni para esto. Me encuentro
hueco, gastado. Aún tengo piernas para
moverme unos minutos más, ¡luego no! No
hay sensación de euforia. ¡Llevo toda
la carrera con euforia! Desde que
allí en Italia 24 horas antes había decido terminar la carrera ha sido la
experiencia más intensa que he vivido.
Me ha comido por completo. He
dejado todo allí. He usado todos mis
recursos. Por esto corro Ultra
Trails. Para llegar a estos
momentos. Estoy en paz. Una paz debajo de toda la actividad del
universo. La carrera me ha llevado a mis limites, pero no me ha roto. Esta sensación la guardaré para siempre en
una caja en mi alma. Como dijo Winston
Churchill en la segunda guerra mundial “
We will never, never surrender!” No me
rendí. Reconozco que tuve suerte, pero
sobre todo que no me rendí. Me he
enfrentado a la mejor carrera del mundo y no me ha roto. La abrazo, ha sido una experiencia tremenda,
hermosa, exigente como ninguna otra. Ahora somos amigos del alma. Las cosas que valen la pena en la vida
requieren esfuerzo, siempre. Esta
carrera vale mucho, y os aseguro que, al menos para mí, ha sido dura. Volveré.
Dedico la carrera a
Ana, David y Alex, que me tienen que aguantan todos los días. A mis compañeros de carrera Pablo Cofrades y
Óscar Plasín, que grandes sois, amigos.
A mis compañeros del mejor club de montaña del mundo, Peña Guara. Al gran Ramón Ferrer. A mi vecino, gran corredor y persona Carlos
García, a mi gran rival Michel Borrás.
Consejos: Entrenar.
Conseguir un colchón al principio sobre los tiempos de corte. No parar mucho en los avituallamientos. Correr las bajadas, no andarlas. Practicar
correr de noche.