Duración
haciendo fotografía y paradas largas: 9 horas 54m. Sin paradas 6 horas
Tipo:
CXM y BTT
Distancia:
60 km.
Desnivel: 2.000 mts.
Osados
participantes:
CXM:
Saioa, Alvaro, Roberto, Miguel Angel, Martín y Javier
BTT:
Chus y Ramón.
INTRODUCION:
“A
Guarguera, valle del río Guarga, está situada entre las sierras del Portiello y
Picardiello (1.348m.) al norte, que lo separan del río Basa, y las de Belarra
(1.467m.) y Aineto al Sur; al esta está la divisoria de aguas con el Ara, ya en
el Sobrarbe. Lo cruza la carretera que va desde el puente del Guarga a Boltaña
pasando por el puerto del Serrablo.
Esta
es una ruta tanto para correr como para andar ( en varias etapas, a con apoyo
de coche), incluso con alguna variante y algún porteo para BTT. Con ganas de vivir una “aventurilla”, decidimos
hacer este entreno sin más pretensión que disfrutar del paisaje y ver una serie
de pueblos abandonados en los años 50, 60 y 70 del pasado siglo por las
circunstancias que se dieron en su tiempo, de malas comunicaciones,
industrialización de Sabiñánigo y otras localidades (Huesca, Barcelona,
Zaragoza etcc.), pueblos de colonización, características culturales (heredaba
el primogénito, y el tión se quedaba a trabajar sin sueldo), y sobre todo las expropiaciones para repoblar de pinos
estas sierras, auténticas “teas” en caso de incendio etc… Los pueblos cercanos
a la carretera general y con comunicaciones se han rehabilitado a tiempo, casi
siempre como segunda vivienda, otros han caído sus muros hasta quedar
completamente invadidos por la vegetación, es el caso de Bescos de Guarga, y
Fenillosa. Algunos se están repoblando como Aineto y Solanilla, y otros nunca
llegaron a despoblarse del todo, es el caso de Ceresola, Gesera, etc…
El
Patrimonio Forestal del Estado se hizo cargo de buena parte de los montes, con
su pueblos incluídos, tras finalizar la guerra civil, y se fueron despoblando
desde los años 50 a
los 60 del pasado siglo.
LA
RUTA
Aparcamos al inicio de la pista que lleva a
Belarra, y partimos hacia el sur, siguiendo la pista que se bifurca al poco
tiempo, la buena, derecha, lleva a las obras de la autovía, la de la izquierda y no tan buena, pero buena, a Belarra. También
se puede llegar a Belarra desde mitad puerto de Monrepós por otra pista, que sale
a la derecha. Desde Belarra, y en la primera curva que nos adentraba en el
pueblo, mirando hacia el este, una señal y senda vestida nos baja al barranco
para llevarnos en ligera subida a un collado que se ve al fondo, la plana de
Yéspola. La ruta que vamos a hacer está generalmente marcada, pero necesita una
remarcación. Pero sin barandillas, sin puentes tibetanos, sin escaleras, sin
ascensores, me conformo con un poquico de pintura y algún mojón. Podrían
rebajar un poco los presupuestos de Vadiello, y Peiró, y resto de la Sierra de Guara, y con esos
“restos”, remarcar la
Guarguera, sin hacer escaleras ni pasos automáticos. Gracias.
Salimos por la carretera y seguimos las marcas, una senda pegada a la carretera
nos llevará enseguida a Grasa, un parroquiano nos indica el inicio de la senda
de Gesera, yendo por la calle principal y antes de llegar a la última casa,
sale hacia el este la senda recientemente limpiada por los “de Sabiñánigo”, en
Gesera también preguntamos donde sale la senda, otro parroquiano nos indica que
sale después de una fuente, de la que no mana agua, una marca está en una
pared, difícil de encontrar, sobre todo porque está poco marcada, que es lo que
nos pasará en general en esta ruta. De San Esteban salimos por la pista, y tras
pasar el collado, al poco rato vemos la torre de la Iglesia de Lasaosa,
enseguida vemos los mojones y los seguimos, algunas veces dudamos, pero esto no
lo volveré a repetir, pues pasará durante aproximadamente las nueve horitas que
nos pegamos. La aventurilla a ratos se convierte en aventura. De Lasaosa, por
la carretera hacia Nocito, recién asfaltada, y poco antes del collado sale una
pista, aunque se ven dos, hay que coger la buena, la de la derecha, sin más, y
corriendo sin parar se llega primero a Solanilla (una pareja que está
trabajando arreglando la casa, con dos niños, nos da agua fresca, se agracede,
al poco llega una joven descalza, Chus ni se da cuenta que va descalza, nos
indican que lo están volviendo a habitar 3 nuevas familias y dos solteros) y
luego siguiendo la pista que hemos dejado y con un pequeño alcuerce por senda
después del inicio de la bajada cuando ya se ve Aineto, llegamos a este pueblo
habitado ya hace bastantes años, viven unas 40 personas, entre adultos y niños,
el último de 15 días. ¡Qué merito tienen volver a habitar estos pueblos
abandonados! ¡Son gentes para admirar!. Aquí comemos, bebemos unas maravillosas
cervezas y rechazamos la ensalada de col (qué desagradecidos somos, es broma no
lo comemos porque como estamos corriendo no queremos que la col nos de vueltas
por el estómago, a Martín sin comerla le dieron vueltas, esto según lo contó
el). Tanto Solanilla como Aineto se están
repoblando de valientes desencantados de las grandes urbes. Gente que la
verdad, son buena gente, se portaron con nosotros muy bien. Ya por la carretera
recién asfaltada y con la compañía de un “Ainetano”, bajamos hasta el Molino
Escartín, y pasada la fuente, es tiempo de sequía, 4 gotas manan.Ya sin
compañía, cogemos la pista, recién arreglada que nos llevará a Bescos de
Guarga. Ya hemos cambiado de sentido y de zona, hemos pasado de la “umbría” a la Solana, y de sentido
Oeste-Este, a sentido Este-Oeste. En Bescos no entramos pues la vegetación es
impenetrable, nos conformamos de ver los restos de sus muros, que es lo que
queda del pueblo en lo alto de la Roca. De
aquí seguimos una pista llana, luego senda, y tras ver unos mojones que
bajaban, dudamos si sería por allí, seguimos por la senda que no lleva a
ninguna parte. Las vistas desde aquí son selváticas, parece que es un barranco
inaccesible. La verdad es que hay que echarle valor para cruzarlos e ir en
Bici, andando también asusta. Como la consigna es ir por las marcas, volvemos
sobre nuestros pasos y seguimos los mojones, enseguida vemos las marcas de Pr
en piedras y árboles, nos bajan al fondo del barrando para luego subirlo. Los
dos compañeros de la BTT,
dudan, Ramón se da la vuelta (pues su tobillo, y acierta, le está diciendo que
hasta aquí hemos llegado), y Chus, que tiene el tobillo bien, sigue, acertaría también,
pues de aquí en adelante, ya sería todo pistas, en mejores y peores condiciones
pero al fin y al cabo pistas. Tras salir del barranco se aparece el cielo, una
buena pista, pasaremos cerca de Fenillosa, otro de los pueblos a los que no se
puede entrar, la vegetación lo inunda todo. Seguimos la pista, luego aparece
alguna mejor, y al final una pista de primera calidad, bajada al fondo, y
subida a Ceresola. Sorpresa tenemos mas espectadores que en la llegada de
alguna Ultra, algunos de sus moradores son deportistas de élite (BTT, 100 km. llanos etc…), nos
ofrecen amablemente agua, y sorpresa “barritas energéticas”. La verdad que hay
buena gente por estos lares. Nos acompañan en BTT, por la pista que sale de
detrás de la Iglesia
hasta Sandias, y luego hasta poco antes del collado de Santo Tornil (punto más
alto de la ultra maratón), donde se quedan a limpiar de maderos y ramas la GR que lleva a Yebra de Basa.
En un collado donde vemos Abenilla, nos separamos en dos grupos, después de
habernos metido en el bosque hacia ninguna parte, el primero sale a la brava
por la senda que marca el ganado, arriesgando de quedarse embarrancados, pero
al final sale bien y llegamos a Abenilla sin ningún problema, aconsejable bajar
por aquí si se quiere ir a Abenilla, este pueblo ha sido el último en
deshabitarse, ruina absoluta, y algún que otro colchón por la calle. El Otro
grupo sigue por la pista, nos juntamos enseguida en la pista que baja hacia la
carretera. Ya todo por bajada, sin visitar Ordovés, pues no queremos que se nos
haga de noche, pues por fuerzas que no quede, y además tenemos el coche de
Ramón para en caso de problemas subirnos de uno en uno, seguimos por la
carretera asfaltada, y ya desde la carretera de la Guarguera al coche.
Todos contentos y un “poco” cansados, cada uno para su casita que “s’ha feito
de nuey” .
Pequeña reseña de lo visto:
Belarra,
Yéspola, Grasa, Gesera, San Esteban, Lasaosa, Solanilla, Aineto, Molino
Escartín, Bescos de Guarga, Fenillosa, Ceresola, Sandias, Abenilla.
Iglesias
y casas de estas localidades. Fuentes, bordas, eras y un sin fin de barrancos y colladitos, así como pequeñas esculturas de metal en sandias
Resumen de lo visto.
Belarra (según
Saioa quiere decir yerba)
Está
enclavado en una ligera vaguada, junto al barranco procedente de la sierra de
Belarra, a 840 m
de altitud. Aparece por primera vez
documentado en 1054. A
finales del siglo XV, contaba con 4 fuegos, y mediado el XIX, con 6 casas y 54
almas. Actualmente está censado un habitante.
Todo
el caserío se articula en torno a una calle que culmina en una placeta
irregular. Dentro de su arquitectura popular destacan las puertas de entrada
adinteladas en casa Buesa y casa Navarro y una adovelada de medio
punto en casa Fabián, todas del XIX. Existe también un buen número de ventanas,
muy bien labradas, de los siglos XVIII y XIX, en casa Buesa, casa Fabián y casa Simón, muchas de ellas enmarcadas con mortero de cal.
Yéspola
Sus calles todavía respiran algo de vida
cuando esporádicamente las visitan algunos de sus antiguos moradores.
Sus
fachadas presentan un buen estado de conservación mostrándonos portadas
doveladas, trabajadas balconadas y varias chimeneas troncocónicas, elemento
clave dentro de las construcciones del Serrablo.
Pero
el inmueble a destacar es la torre defensiva del siglo XVI propiedad de la
familia Villacampa de Laguarta, tal y como reza en inscripciones dispersas por
diferentes sillares. Sus macizos muros se abren con pequeñas pero numerosas
aspilleras defensivas.
A ello debemos unirle las
bonitas bordas situadas a las afueras con sus hornos de pan, una curiosa
herrería y la Iglesia
parroquial del siglo XVIII con una nave, testero recto y sencilla espadaña a
los pies con funciones de torre.
Grasa
Sobre
un relieve accidentado se levantan los perfiles de Grasa. Pequeño pueblo que
nos ofrece edificaciones que responden a las premisas de la arquitectura
tradicional de la zona. Destacan algunas edificaciones como la "Casa Otín", construida en el siglo
XVII, fechada con un bello hueco relieve incluido en un vano con forma de arco
conopial.
Rompiendo
la estructura de vivienda aparece la
Iglesia parroquial levantada en el siglo XVIII al igual que
la mayoría de las repartidas por el resto de localidades colindantes. Presenta
una nave con cubierta abovedada con lunetos.
La
localidad cuenta con servicio de turismo rural en una de estas viviendas
tradicionales.
Gésera
El
pueblo está formado por una docena de viviendas que conforman don barrios bien
definidos. Uno compuesto por la "Casa Tejedor", la abadía y la
iglesia. Y el segundo por el resto de viviendas.
En
este entramado urbano tendremos la oportunidad de contemplar una de las
muestras mejor conservadas de arquitectura popular serrablesa. Destacan bonitas
puertas adinteladas algunas, y adoveladas otras. Vanos con diversos elementos
decorativos como angelotes, animalísticos o geométricos, trabajadas chimeneas
troncocónicas, prismáticas y cilíndricas y algún otro elemento como elegantes
balconadas en hierro que nos hablan de la riqueza constructiva del lugar.
La
edificación mas destacable es la mencionada "Casa Tejedor", presenta
una imponente fachada con numerosos balcones y vanos decorados, el acceso
fechado se encuentra adintelado, y como remate un magnífico tejado a cuatro
aguas del que sobresale un bonito alero con decoración geométrica. Finalmente
una trabajada chimenea troncocónica con espantabrujas y una buhardilla cierran
este espléndido edificio.
En
el centro del pueblo se levanta el pozo, una construcción de planta rectangular
con techumbre a dos aguas acompañada de un abrevadero anexo.
Es muy probable que proceda de Gésera
el maravilloso frontal de altar románico, realizado en el siglo XIII, dedicado
a San Juan Bautista conservado en el Museo de Arte de Cataluña.
San Esteban de Guarda
Despoblada
población en las inmediaciones de Lasaosa junto al barranco de Corralons en
pleno Valle del Guarga.
En
el nos encontramos con varias edificaciones como la iglesia, levantada entre
finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. Cuenta con una nave cerrada con
cabecera plana y un abovedamiento con lunetos. A los pies se encuentra el
acceso adovelado y la torre que presenta una altura pareja a la nave.
Desde
el templo se divisa el resto de edificaciones que completan el núcleo, algunas
derruidas y otras como la "Casa Castillo" completamente restaurada y
visitada asiduamente por sus antiguos moradores.
Lasaosa
Interesantes
construcciones como la de la abadía, así como otras viviendas en las que
tenemos una buena muestra de los modos arquitectónicos de esta área oscense
como es en la herrería o en los harnales y colmenares.
Su
Iglesia parroquial de los siglos XVII y XVIII se asemeja a la estructura
imperante en la zona con una sola nave, testero recto y abovedamiento con
lunetos.
Solanilla
En
plena Guarguera y rodeada de barrancos se encuentra la despoblada localidad de
Solanilla.
Sus
tres grandes casas que la forman nos aportan algún detalle interesante de la
arquitectura tradicional de esta zona meridional del Alto Gállego. Portadas
adoveladas o en arquitabre y restos de un bonito hogar son algunos de los
elementos que nos dan la bienvenida.
Rodeando
estas construcciones aparecen numerosas bordas de entre las que destaca el
acceso con doble arcada de medio punto de una de ellas sita junto a la
parroquial. Ésta se halla ubicada en una construcción de fines del siglo XVII o
comienzos del XVIII, presenta nave rectangular y cabecera recta con una
voluminosa torre a los pies.
Aineto
A
su pies se levanta la Sierra
que lleva su nombre.
Localidad
que se despobló en la década de los sesenta pero que recuperó la vida
posteriormente. Paseando por sus calles contemplamos una buena muestra de
arquitectura popular destacando bellas portadas decoradas con relieves y
dovelas. Las techumbres nos brindan otra posibilidad de contemplar el típico
remate con airosas chimeneas troncocónicas.
Su
iglesia presenta una sola nave con testero recto y cubierta de bóveda con
lunetos. Actualmente se encuentra en estado ruinoso, aunque conserva todo el
encanto de estas edificaciones rurales levantadas con materiales de la zona.
Bescos de Guarga
Conocido
también como Bescós de Serrablo, tenía 6 casas y en 1850 censaba 20 habitantes.
Bescós está situado en lo alto de un peñasco en un terreno muy montañoso, y se
accede por pista desde el Molino Escartín. Los habitantes de Bescós se tenían
que desplazar una vez por semana a Boltaña a recoger el correo y a comprar todo
lo necesario que la tierra les negaba.
Fenillosa
Este
pueblo es otro más de los que se abandonó en la década de los 60. Está en ruina
muy avanzada y casi total. Los pocos edificios que aún aguantan son
inaccesibles por la grandísima cantidad de vegetación que cubren la zona. Sólo
queda parte de una borda y la
Iglesa.
En
el siglo XV tenía 1 fuego y a principios del siglo XVIII tenía 2 fuegos. En
1940 llegó a tener 20 habitantes. Fue en declive hasta ser abandonado cerca de
1960.
Ceresola
Junto
a pico Picardiello, a 1118 m.
de altitud se enclava esta pequeña localidad rodeada de un verde manto de
vegetación.
Recorriendo
sus calles pronto nos damos cuenta que las viviendas siguen los postulados
constructivos de la zona serrablesa, destacando algún ejemplo de casa-bloque.
La piedra trabajada en sillar es uno de los elementos más utilizados.
La
construcción más interesante es la iglesia parroquial románica del siglo XII.
Actualmente sin culto, sufrió un grave incendio durante la Guerra Civil. Cuenta
con una nave con presbiterio y cabecera semicircular. El ábside conserva un
espléndido abovedamiento en forma de cuarto de esfera. Y en su interior se
hallaron unas pinturas murales de los siglos XII y XIV formando parte de un
Ciclo sobre la Dormición
y la Asunción
de la Virgen,
hoy se encuentran expuestas en el Museo Diocesano de Jaca.
Ceresola
se encuentra en un privilegiado lugar desde donde podemos contemplar bellas
panorámicas del Valle de Guarga, conocido como la Guarguera.
Sandias
La
pequeña aldea de Sandiás tenia un fuego (es decir, una casa) en 1495, del que
era titular Martín Arruego, y fue siempre lugar de señorío (es decir, que no
era propiedad del Rey), sin rebasar, salvo algún periodo excepcional en los
inicios y finales del XVIII, los tres fuegos. Esas tres casas eran: Escartín,
Blasco y los de Batanero del Puente, existiendo además una pequeña y bonita
Iglesia, construida en el s.XVIII bajo la advocación de San Lorenzo.
El
privilegio de Blasco de Sandiás.
Esta
historia tiene que ver con la famosa Romería serrablesa a Santa Orosia, ya que
Casa Blasco de Sandiás era el representante de los pueblos de la Guarguera en esta
Romería.
Yebra
de Basa otorgó el siguiente privilegio: Si en los pueblos de la Guarguera una chica
soltera tenía un hijo y ella moría, el amo de Casa Blasco de Sandiás tenía que
encargarse de que esa criatura no quedase abandonada. Debía procurarle una familia
para que lo criase hasta que fuese mayor de edad. Y por si fuera poco, el día
de los Reyes Magos, Blasco de Sandiás debía llevarle un obsequio.
Todos
los años, el día de Santa Orosia, Blasco de Sandiás pasaba cuenta de sus gastos
a los de Yebra y éstos pagaban la factura con los fondos obtenidos durante la
veneración de la Cabeza
de la Santa
(cuyas reliquias son llevadas a dicha ermita en la Romería) en Puerto.
Hay
que tener en cuenta que la
Guarguera fue una comarca especialmente fecunda en hijos naturales
(concebidos fuera del matrimonio). Los padres solían permanecer en el anonimato
y quienes sufrían el problema eran las criadas, sirvientas y otras mozas
solteras.
Abenilla
En
plena solana del valle de la
Guarguera.
Localidad
que estuvo a punto de despoblarse sino hubiera sido por los actuales moradores
que la han mantenido la vida en sus calles. Su estructura urbana no sigue
ningún modelo ni orden simplemente se adapta a las irregularidades del terreno.
Conserva buenos ejemplos de arquitectura popular en los que se aprecian
elegantes fachadas con arquitrabados y arqueados portalones ornados, vanos
perfectamente tallados y techumbres rematadas por las típicas chimeneas de la
zona con formas troncocónicas. Destacan otras edificaciones como son las enormes
bordas y la herrería ubicada en el angosto barranco que cruza la población.
En
la parte más baja del pueblo se sitúa la parroquial, obra de los siglos XVIII y
XIX, formada por una nave culminada en testero recto con una airosa torre a los
pies desde donde podemos divisar bellas panorámicas del Pirineo. A las afueras
de la localidad nos abre sus puertas una pequeña ermita dedicada a San Juan,
caracterizada por la blancura de sus muros.
A
día de hoy está deshabitada.
JAVISA.