INTRODUCION:
Esta es una ruta tanto para correr como para andar, incluso con alguna variante
y algún porteo para BTT. Influenciado
por el libro de Julio Llamazares “La lluvia amarilla”, decidimos hacer este
entreno sin más pretensión que disfrutar del paisaje y ver una serie de pueblos
abandonados en los años 60 y 70 del pasado siglo por las circunstancias que se
dieron en su tiempo, de malas comunicaciones, industrialización de Sabiñánigo y
otras localidades (Huesca, Barcelona, Zaragoza etcc.), pueblos de colonización,
expropiaciones, características culturales (heredaba el primogénito, y el tión
se quedaba a trabajar sin sueldo) etc… Los
pueblos cercanos a la carretera general y con comunicaciones se han
rehabilitado a tiempo, otros han caído sus muros hasta quedar completamente
invadidos por la vegetación, es el caso de Ainielle. Otal que hace pocos años
tenía todavía posibilidades de mantenerse en pie, estoy viendo como caen las
casas, queda una en pie, alguna borda, una chimenea, que debería ser monumento
nacional, y la Iglesia. Iglesia
que arregló en su día “la asociación de amigos del Serrablo”, pero que la
administración se va a dejar caer, este año no se ha caído porque no ha nevado.
El año que nieve, diremos adiós al techo de una ermita románica preciosa. A
Otal solo se puede llegar por senda.
Salimos
por una senda que parte al lado de la carretera, al Oeste de Olivan, marcada
como PR 16 Camino de Santiago, que va a Oros Bajo, y un cartel que indica a
Barbenuta, al comienzo es la misma senda, pero al poco rato se bifurca, cogemos
la que indica a Barbenuta y la
Virgen de las Canales, preciosa senda que permite correr.
Enseguida nos desviamos a ver la ermita, una pena, está arruinada y sin techo,
volvemos a coger la senda y continuamos hasta cruzarnos con una pista, la
cruzamos y seguimos por la senda para bajar al barranco D´os Lucas, lo cruzamos
por la derecha de un viaducto, y cogemos la senda que tras fuertes repechos nos
llevará a la carretera de Barbenuta ( según nos contaron viven en la actualidad
7 parroquianos, creo que llegó a deshabitarse), la seguimos hacia el este, y a
unos 800 metros
aparece una senda que sube al pueblo. De aquí por pista vamos a Espierre ( en
la actualidad 4 personas lo habitan ), y tras disfrutar viendo piedras pintadas
por una señora mayor, según nos dijeron unos lugareños, seguimos la senda de la
ermita, que nos lleva a una pista que seguiremos corriendo hacia el Este ya
viendo el Pico de Erata. Por los pastos de montaña y siempre por la ladera Oeste
y ganando mucha altura para superar las zonas boscosas, cruzamos un barranco
cerca de un abrevadero. Aquí cambiamos a dirección sur para ir a la cresta y
ver la muralla de Ainielle, que tiene unos 3 kilómetros de larga,
y que separa la zona de pastos de Ainielle y Espierre. Ya se ve la ermita de
San Benito, y sin apenas parar en ella, vamos al Pico de Erata (2003). Sopla el
aire y es frío, por lo que tomamos un bocadillo rápido, y para abajo enseguida,
dirección norte, y dirección este subir
al Pelopín (2.007), aquí nos tumbamos un ratillo, pues no hace aire y se está
muy bien. Tras hablar con unos franceses
(un grupo se seize, de los cuales tres se han quedado en la cima a reposar,
lástima no tener un sacacorchos, pues llevaban una botella de vino que no podía
abrir), bajamos hasta un collado para coger la senda a Otal. Nos cruzamos con
el resto de franceses, muy dicharacheros ellos, y enseguida nos plantamos en
Otal. Precioso pueblo deshabitado en los años 70, del cual quedan en pie alguna
borda, y una casa, ocupada temporalmente. ¡Sorpresa!, nos ofrecen cerveza, pero
decimos que no porque sabemos lo que cuesta subirla hasta Otal, uno de los
pueblos más altos de la provincia de Huesca, y nosotros llegaremos enseguida a
un bar, y él se quedará todavía unos días disfrutando de la soledad, solamente
rota por algún que otro excursionista. Es sábado, dudo que a partir del lunes
vaya nadie por esos lares. De aquí seguimos la PR-3 a Ainielle, precioso camino que sube u baja,
y da alguna revuelta para sortear barrancos, pero que se hace agradable “si no
estás cansado o agotado”, se llega a una pista, y tras medio kilómetro hacia el
oeste viene un cruce de caminos, cogemos el que indica al Ainielle, es el del
Oeste. Pista que nos deja en lo que queda de pueblo, la más absoluta rutina,
cubierto por vegetación. De aquí seguimos al Oeste, pero enseguida cambia de
dirección hacia el sur para cruza el barranco de Ainielle. La senda es muy
bonita y soleada, tras una bajada,
llegamos a un cruce donde indica a Bergusa y Olivan, o solo a Olivan, esta es
por pista. Cogemos el primer desvío y vamos ya bordeando la montaña por el sur
hasta Bergusa, una buena bajada que permite correr. A Bergusa tampoco llega
ninguna pista por lo que también está en ruina casi total. Se ve un cartel de
obras. Seguimos la dirección de Susín (cartel indicador) y que baja a cruzar el
río por unas piedras que hace de pasarela, el camino a Olivan sube muy alto, por
lo que no es aconsejable si estás cansado. Vale mas tomar del de Susín y cuando
coges la pista, no soltarla, amarrarla con cariño, que te llevará a Olivan.
Nosotros aun hariamos un desvía a ver Susín, un kilómetro y medio más de
excursión, pero merece la pena. Coqueto y arreglado. Ya por una senda que sale
al Oeste del pueblo, fijándonos no tomar la de Larrede, llegamos a la pista de
Olivan y enseguida al pueblo. Han sido unas 7 horas entre trotar, andar y
descansar.
Hemos
corrido y caminado: Saioa, Alvaro, Samuel y Javier.
Hemos
disfrutado: A ratos, todos.
Hemos
sufrido: a ratos, todos.
En
total han sido 35 km
con sus correspondientes 1500 positivos.
Pequeña reseña de lo visto:
- Olivan,
Barbenuta, Espierre, Otal, Ainielle, Berbusa, Susín.
- Iglesias
románicas de estas mismas localidades. No las cito, a cual más bonita.
- Picos
Erata y Pelopín.
- Pared
de Erata (muralla que separa los pastos de Ainielle de los de Espierre).
- Pasarela
de Berbusa.
Bordas.
- Eras.
- Ermitas
fuera de las poblaciones: Virgen de las Canales, 2 en las cercanias de
Espierre, San Benito, al lado del Pico Erata.
- Piedras
pintadas de Espierre.
Resumen de lo visto.
Habría
para escribir un libro. Pero me voy a detener en la ermita románica de Otal, ya
que “gracias” al olvido de la
Administración pronto caerá su techumbre. Muchas gracias,
repito, muchas gracias.
Data
del XII, dedicada a San Miguel, y según otros al Nacimiento de nuestro Señor
Jesucristo.
Exterior de la iglesia:
De la fábrica original queda solo su cabecera
-magnífica- pues el resto de la edificación es fruto de las reformas sufridas
en los S XVI y XVII.A la nave original, se le añadió, como en tantas otras una
nave lateral a base de demoler el muro sur y sustituirlo por grandes arcos de medio
punto.
El ábside, típicamente serrablés, erigido a base de
sillarejo con técnicas lombardas, a soga y tizón consta de 9 arquillos ciegos,
apeados en sus correspondientes lesenas, por medio de salmeres independientes
que descienden hasta un basamento compuesto por no menos de media docena de
hiladas de sillarejo. Los dos arquillos y lesenas más septentrionales han
quedado ocultos por la posterior edificación de la sacristía. Tres ventanales
de doble derrama se abren a media altura.
Una moldura tórica corre por encima de los arquillos;
y sobre ella, el emblemático friso de baquetones sustenta la cornisa compuesta
por dos hiladas de lajas, más saliente la superior.
El cementerio se ubica, como es habitual, en el lado
sur de la cabecera delimitado por murete de piedra y cerrado con verja de forja
simplemente apoyada en la pared.
Cosa rara
sucede en el abside, hay varios enterramientos en la pared del ábside.
Al interior del templo se accede por una portada de
arco de medio punto dovelado, del XVI o XVII, con decoraciones sogueadas en su
base y letras del anagrama de Cristo en la clave.
Interior de la Iglesia:
El interior presenta en la nave original, la
eliminación de su muro sur y sustitución por un gran arco de medio. A oriente,
se cierra por medio de ábside de tambor cubierto con bóveda de cuarto de esfera
sin intermedio de impostas. Por delante hay un presbiterio atrofiado de dos
tramos, cubiertos por sendas bóvedas de cañón. Todo ello oculto a conciencia
bajo kilos de enlucido y azulete repintado asemejando los sillares que
previamente se habían escondido. El altar ocupa toda la superficie del ábside,
compactándola, casi hasta el nivel de los tres ventanales.
Bajo la capa de azulete en el lado sur del
presbiterio, se adivinan en un desconchón, pinturas perfiladas en negro, de
motivos vegetales que hacen pensar que bajo en enlucido del ábside pueda haber pinturas
murales.
La actual nave de la iglesia se cubre con techumbre
de madera. El piso de la misma es de losa de piedra, abundando las lápidas
funerarias en el mismo. Hoy en día cubierto de mierda. Han dejado entrar el
ganado. Varias
capillitas laterales adornan los restos del muro norte original; y a los pies
de la nave, un coro añadido, cubierto con bóveda de medio cañón.
La pila bautismal, cuadrada y encalada, se halla
empotrada en un arcosolio en el lado norte de los pies de la nave.
La lluvia amarilla de Julio Llamazares:
La
lluvia amarilla es el monólogo del último habitante de un pueblo abandonado del
Pirineo aragonés. Entre «la lluvia amarilla» de las hojas del otoño que se
equipara al fluir del tiempo y la memoria, o en la blancura alucinante de la
nieve, la voz del narrador, a las puertas de la muerte, nos evoca a otros
habitantes desaparecidos del pueblo, que lo abandonaron o murieron, y nos
enfrenta a los extravíos de su mente y a las discontinuidades de su percepción
en el villorrio fantasma del que se ha enseñoreado la soledad.
En el pueblo de Ainielle ya sólo quedan Andrés
y Sabina. Poco a poco el matrimonio se ha visto obligado a ver cómo los demás
habitantes, espoleados por la miseria o por la promesa de un mundo mejor, han
abandonado gradualmente las duras condiciones de vida. Una noche, sin embargo,
Andrés descubre a Sabina ahorcada en el molino. Ahora ya no queda nadie que
pueda llevar con él el peso insoportable del pasado.
La lluvia amarilla confirma en Llamazares el
léxico vivo, preciso y genuino, la autenticidad artística y las dotes de
creación de un clima poético y un universo personal que acreditan en él a uno
de nuestros más valiosos narradores.
Javisa.
3 comentarios:
Precioso. La ruta, el relato, el compartirlo con nosotros.
Un día de estos cae seguro.
Muchas gracias
Me ha encantado. Qué bonito!
Este fin de semana he estado en Otal y, lamentablemente, el techo de la iglesia ya se ha caído.
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