Transcribo aquí este artículo que me han pasado y que fue publicado en un BLOG DEL DIARIO DE NAVARRA firmado por JAVIER ANGULO y que a muchos os podría interesar.
En este artículo, voy a
hacer referencia al fenómeno de la supercompensación. Un principio clave del
entrenamiento, el más importante que tiene que tener en cuenta el
deportista para aplicar las cargas de sus entrenamientos; un proceso biológico
que tiene el organismo para adaptarse a un entrenamiento o a cualquier otro
fenómeno que pueda repercutirle y del que tenga que salir victorioso.
Cuando un deportista, en
este caso un corredor, entrena, se produce una alteración del equilibrio
homeostático, es decir, sube la temperatura corporal, se incrementan las
hormonas del estrés, se eleva la frecuencia cardiaca, se reducen los fluidos
corporales, se liberan enzimas de todo tipo al torrente sanguíneo, se rompen
miofibrillas, hay ligeras variaciones en el ph sanguíneo, se producen fenómenos
de oxidación,…y todo ello conlleva fatiga, es decir, se produce una disminución
de la capacidad funcional. Con lo cual, cuando uno termina de entrenar,
tiene una capacidad menor, que antes de empezar.
Y, es precisamente
durante el reposo, cuando se ponen en marcha una serie de mecanismos, que hacen
que el organismo restaure esos fenómenos ocurridos durante el esfuerzo, no sólo
hasta volver al nivel inicial, sino que esos mecanismos continúan trabajando,
hasta superar ese nivel inicial y eso es la supercompensación. Una vez
producida, el organismo, ante la realización del mismo ejercicio y a la misma
intensidad, va a generar menor fatiga. Y, de ese modo, ante la aplicación de la
repetición de estímulos diferentes en volumen e intensidad, con el tiempo, se
van produciendo una serie de adaptaciones en el organismo, que van a repercutir
en una gran mejora en el estado de forma del deportista (aumenta el tamaño del
corazón, se incrementa la capacidad del músculo para almacenar glucógeno, se
produce un mayor número de mitocondrias; mejora la capilarización; aumenta la
eficacia en la oxidación de los ácidos grasos; mejora la flexibilidad
metabólica; se produce una mayor activación y uso de unidades motoras; hay
mayor volumen plasmático y más antioxidantes endógenos…).
Y este es el elemento
clave, a la hora de planificar entrenamientos, jugando con el volumen y la
intensidad de los mismos, para que poco a poco, el organismo los vaya
asimilando y suponga al final, un crecimiento en el estado de forma del
deportista. Así, que lo más importante va a ser la recuperación, que es
el momento de la consecución de la supercompensación (momentos 1 y 2 de la
gráfica) y que debe ser muy tenida en cuenta por cualquier deportista, para no
caer en el fenómeno contrario, que es el del sobreentrenamiento. Puesto que si
las cargas se repiten o incrementan antes de completarse la supercompensación,
se producirá una disminución de la capacidad funcional y si las cargas tienen
una intensidad y duración adecuadas y se disponen en el tiempo correctamente,
la capacidad funcional aumentará.
Es decir, que cuando el
cuerpo recibe una paliza, comienzan una serie de procesos biológicos,
cuya finalidad es regenerarlo cuanto antes, tratando de volver al estado
homeostático inicial y, a ser posible , mejorarlo, para poder afrontar la siguiente
paliza, con más éxito y menos daño. Es decir, se va fortaleciendo poco a
poco, ante las embestidas que recibe y de ese modo se va adaptando a los
sucesivos estímulos, incrementando con el tiempo, su nivel funcional.
Por lo tanto, la única
forma de mejorar una cualidad física, es provocar un estímulo, que logre en la
fase de recuperación, mejorar el estado inicial del sujeto. En las fases
iniciales, es más sencillo, puesto cuando el nivel es bajo, con poco se mejora;
lo difícil, es mejorar el estado de forma de uno que ya está en un alto nivel.
Y, en ocasiones, esto falla, bien porque la aplicación de las cargas no han
sido las adecuadas, bien porque no se han respetado las horas de recuperación,
bien porque hay un alto grado de estrés en el deportista que impide que llegue
esa supercompensación (trabajo, horas de sueño y calidad
del mismo, situación emocional personal,..) o bien porque no se tiene en cuenta
algo tan importante, como es la alimentación diaria, la alimentación pre y
post-entrenamiento, la hidratación o la posible carencia en algún
micronutriente esencial.
Y, ¿puede la
alimentación favorecer los procesos de recuperación, para llegar en el menor
tiempo posible al fenómeno de supercompensación, tras la aplicación de las
cargas de los entrenamientos? Pues sí, una correcta alimentación
adaptada al entrenamiento, debería ser uno de los pilares más importantes a
tener más en cuenta por el deportista que quiere progresar.
Todo el mundo sabe, que
un deportista de alto nivel, tiene un componente genético indudable, que le
hace talento en su especialidad. Contra la genética, no se puede luchar, así,
que cuando uno mide 1,80 y tiene 19 años y juega al baloncesto, que se olvide
de mejorar la altura, pues por mucho que quiera, jamás medirá 2,10. Pero eso se
puede compensar con otras cosas y son esas las que se deben trabajar. Buen
entrenamiento, buen descanso y buena alimentación y el siguiente pilar, sería
una buena suplementación, en caso de tener carencias en algún nutriente
esencial (no sería extraño encontrar por ejemplo en esta época una deficiencia
de vitamina D, en muchos deportistas).
Los buenos entrenadores,
son aquellos que saben planificar de acorde a unos objetivos marcados y que
conocen muy bien los principios básicos de la fisiología y del funcionamiento
celular del individuo y aplican las cargas de los entrenamientos, en base al conocimiento
de esos principios. Si todo va bien, el atleta, mejora y va creciendo
funcionalmente a medida que avanza la temporada. Este, informa sobre sus
sensaciones al entrenador y trata de cuidarse (no saltarse comidas,
beber en los momentos adecuados, dormir lo suficiente, controlar en la
medida de lo posible su grado de estrés, no abusar del alcohol, no forzar
cuando su cuerpo le avisa de que algo va mal…) para lograr no interferir
negativamente en la búsqueda de los objetivos comunes. Lo que ocurre, en no pocas
ocasiones, es que el deportista quiere entrenar más y más, sin darse cuenta que
el cuerpo mejora en la fase de recuperación y que la mejora se produce antes
con un buen descanso, un sueño reparador y una correcta y nutritiva
alimentación (elementos claves, a los que en infinidad de ocasiones no se
presta la atención que se debe), que con machaques sucesivos, en momentos
inadecuados. Tanto la macronutrición, como la micronutrición celular, van a
ayudar a acelerar estos procesos de recuperación y afectarán, y mucho, en la
mejora del estado de forma final.
En esta segunda gráfica,
se observa cómo se aplican 5 cargas de entrenamiento y cómo tras las mismas, el
organismo se recupera y trata de conseguir niveles más altos de condición de
esa cualidad. Vemos, como la supercompensación, se ha producido los días 2 y 3
de entrenamiento, sin embargo eso no ha ocurrido los días 4 y 5. En este caso,
el día 4 habría que haber entrenado más suave y el menor ángulo que se observa
tras realizar ese entrenamiento, es que la recuperación ha sido lenta e
incompleta y eso generalmente se debe, a que los cuidados de esas horas
posteriores no fueron los adecuados, quizá no se hidrató lo suficiente, no tuvo
en cuenta la recuperación de las reservas de glucógeno en las horas que
siguieron al entrenamiento, durmió poco, quizá salió de marcha, hubo un proceso
febril o el cuerpo necesitó de más nutrientes. Por lo tanto, en esas
condiciones, lo lógico sería retrasar el entrenamiento 5, hacerlo más suave y
tratar de no fallar en elementos tan importantes del cuidado post-entreno, como
son, la correcta hidratación, la recuperación lo más rápida posible de las
reservas de glucógeno, llevar a cabo una alimentación variada y nutritiva,
acostarse antes y quizá consumir algún micronutriente si hubiera una
deficiencia y precisamente estos elementos, son tan o más importantes que el
entreno en sí, para ir progresando en la consecución de los objetivos marcados.
Por lo tanto y por lo
que a mí me toca decir, que planificar, no es tarea fácil y que para progresar,
hay que tener en cuenta muchos elementos y el entrenamiento y el manejo
de sus volúmenes e intensidades, sólo es uno de ellos. Tener en cuenta los
otros elementos, es clave para llegar al éxito personal; hidratación-alimentación
y descanso, son los otros que el deportista debe incluir en sus planes de
trabajo.
Hay que comer algo previo
al entrenamiento, con la finalidad de quitar el hambre, mantener los niveles de
glucemia y aportar nutrientes; durante, para hidratarse, evitar
descensos de glucemia, recargar el glucógeno hepático y acelerar la
recuperación y tras el entrenamiento, para evitar los procesos
catabólicos que siguen al mismo, rehidratarse, hasta conseguir superar el peso
perdido y para tratar de recuperar cuanto antes y superar, las reservas de
glucógeno muscular. Y con esto, el ángulo de la recuperación será mayor y
posiblemente afronte el siguiente entrenamiento con más eficacia y mejores
síntomas a nivel psicológico, lo que poco a poco y con paciencia, le hará
progresar.
Un saludo para todos.
JAVIER ANGULO
JAVIER ANGULO
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