viernes, 3 de enero de 2014

TORREDEMBARRA-TARRAGONA

Para esta ruta tan relajante y propicia para cualquier época del año, elegimos la opción que consideramos más cómoda que no es otra que plantarnos en la estación de RENFE de Tarragona y pillar el tren dirección Barcelona hasta la estación de Torredembarra. Un par de euros (mas o menos), si nos apetece pagar, aunque quizá también se pueda hacer gratis si el revisor no aparece en ese pequeño trayecto. La cadencia de trenes suele ser cada hora y si llegamos en coche a Tarragona no hay ningún problema en aparcar al otro lado de la vía, en el paseo marítimo.
Ya estamos en Torredembarra y en un par de minutos llegamos a la Playa de esta localidad donde comenzaremos este recorrido en torno a los 18 km y no creo que llegue a los 300+.
Un camino de Ronda fácil de seguir nos mostrará en todo momento el itinerario y con el mar como referencia será difícil que nos perdamos.
Enseguida llegamos al gran Faro de Torredembarra que nos dirigirá hacia la bonita población de Altafulla, con un arena algo incomoda en sus 1100 metros de playa, pero que dispone de un estupendo paseo marítimo por donde correr.
Al final de la playa topamos con el espectacular Castillo de Tamarit. Castillo del siglo XII de estilo románico y que actualmente esta especializado en bodas y eventos similares.
Proseguimos por el camino de ronda, entre acantilados y bosque para llegar a la siguiente playa: La Playa de la Mora, de medio kilómetro de largo y que me trae muchos y grandes recuerdos de la cantidad de paellas que han caído en el restaurante Moramar.
Al llegar al otro extremo de la playa tenemos que acceder, sin problema, al interior del camping Torre de la Mora. La senda, marcada, pasa por dentro del camping ascendiendo hasta la misma Torre.
La Torre de la Mora es una edificación cilíndrica que podremos admirar durante todo el recorrido. Parece ser que fue construida por encargo de los lugareños ante la constante amenaza de los piratas argelinos que se empeñaban en saquear las localidades cercanas. Cinco siglos después la imponente estampa de la Torre sigue dominando de una forma orgullosa toda la línea de la costa.
Al ladito mismo de la Torre podremos salir del camping por una pequeña puerta que abre el vallado y seguir el mínimo sendero que rodeando el camping nos deja en el Bosque de la Marquesa, una de las zonas ecológicas más destacadas de todo el litoral, muy rica en especies vegetales y también minerales en sus calas y rocas.
Siempre me he preguntado quien era la marquesa. Me comentaban que era una señora mayor que vivía en Barcelona.  
Pues bien, gracias a que el espacio perteneció a Caridad Barraqué, Marquesa de la Bárcena (que NO Barcenas) y que ésta aguantó con tesón ante el empuje especulativo de los buitres constructores, la zona siguió y sigue conservándose virgen, y libre de esa vorágine destructora. Cuentan por aquí que llegaron a ofrecerle un cheque en blanco a cambio de su propiedad, diciéndole: "¿Se imagina la de cosas que podría comprar con él?". Ella contestó: "Solamente me compraría una finca como ésta, y ya la tengo, así es que nada".
Hoy todo esto sigue perteneciendo a sus herederos, que no han cambiado de idea.
Las 100 hectáreas de Punta de la Mora constan de una franja costera en la que crecen praderas de posidonia (alga que indica el estado de salud del mar), una serie de dunas, el propio bosque, que se conoce como de la Marquesa, y los conreos o antiguos cultivos de olivos y algarrobos, que muestran sus troncos añosos y torturados. El interés del lugar radica, además de en su paisaje, en las distintas comunidades botánicas que alberga. Destaca la del Limoniun gibertii, una especie endémica que crece entre las rocas, y el sabinar asociado con palmitos, lentiscos y pinos piñoneros, que se aferran como pueden a las dunas. Entre la fauna, lo más singular son los murciélagos, que cuentan aquí hasta con cuatro especies diferentes. Actualmente la zona también esta protegida bajo la figura autonómica de espacio de interés natural
El bosque de la Marquesa esta lleno de senderos, pero no tendremos ningún problema para seguirlos siempre con la referencia del mediterráneo a nuestra izquierda y de esta manera enseguida llegaremos a las dos primeras calas que se encuentra allí, la Roca Plana y la cala Becs, aunque realmente forman una única playita. Cala muy pequeña y encantadora donde los pinos llegan hasta la misma arena.
Proseguimos por el rompepiernas del bosque, sacando la cabeza de vez en cuando por ventanas espectaculares que se abren al mar y así llegamos a la siguiente cala, la Cala Fonda o Waikiki, flanqueada por duros murallones rocosos y con el acceso un poquito más complicado.  En esta zona mucha gente aprovecha las propiedades minerales de la tierra amarillenta del cortado, rica en hierro, cobre y fosfatos para darse un baño de barro y exfoliarse el cuerpo.
Ambas playas son naturistas, aunque sin ningún problema conviven todo tipo de visitantes siempre con el debido respeto. Pero lo que si hay que tener claro y recordar es que son playas donde no llegan los servicios de limpieza y es mucho más importante dejarlas incluso más limpias de lo que las hemos encontrado.
Tras un par de kilómetros por el bosque de la Marquesa aterrizamos en la playa Larga donde nos espera primero una zona de dunas y posteriormente un terreno rocoso que según los entendidos sirvió en época romana para la extracción de piedras destinadas a la construcción en la Imperial Tarraco. Si recomiendo una paella o cualquier otro plato Mediterráneo en el MIRALL D’ESTIU, creo que estoy recomendando muy bien.
Ahora nos toca casi tres kilómetros de ruta por la tranquila playa Larga, que dispone de una muy cómoda zona apelmazada al borde del mar que facilita mucho el correr. Esta zona también tiene su historia de lucha reciente y es que en el 2005 el presupuesto de Medio Ambiente proyectaba un paseo marítimo y otros equipamientos como parkings y otros accesos a la playa, dentro de un espacio natural que relativamente se conserva virgen. 
Esto provocó la inmediata movilización de una parte de la gente de Tarragona y alrededores y de entidades ecologistas que formaron una plataforma de protesta, la Plataforma Salvem la Platja Llarga, para presionar a las administraciones y de este modo preservar este espacio natural.
La Playa Larga enlaza con otra zona rocosa con la senda ya muy clara que tras pasar por la pequeña playa de los Capellans o Cala Romana nos lleva hasta la Savinosa, otra curiosa y bonita playa de 350 m. de largo. Y digo curiosa porque esta es una playa seminudista. Más o menos el 50 por ciento de playa para cada comunidad. Y por cierto, allí también ha caído muchas paellas y fideuas en el chiringuito de Mario, que es el que se encuentra en la zona No Nudista.
Tras la Savinosa seguimos por la zona rocosa, más agreste en este caso, aunque con pocas dificultades y que deja a su derecha una antigua y enorme edificación bastante ruinosa, construida en 1929 y utilizada inicialmente como Sanatorio para enfermos de tuberculosis, pasando después de la Guerra a ser hospicio para huérfanos. Actualmente las ideas y los proyectos para dicha zona han sido muchos y variados pero me parece que va a seguir siendo durante mucho tiempo una verdadera ruina.
Tras la edificación aterrizamos en la playa de l’Arrabassada, ésta ya urbanizada con un bonito paseo en sus 550 metros de playa. Esta es la playa más familiar de Tarragona, con sus 65 metros de ancha y con un buen servicio de autobuses urbanos que hace de ella también la más masificada en los meses de julio y agosto.
Después de unos 500 metros corriendo por la acera de la carretera podremos salir de nuevo a los acantilados donde nos encontraremos con una gran figura metálica que parece ser representa a S. Magí y siguiendo por entre las rocas llegaremos hasta el Fortí de la Reina (Anna Stuart) que ya nos dejará en la última de las playas, la del Milagro.
Este emplazamiento está cargado de polémica en los últimos años y es que encontrándose en un estado lamentable de abandono y ruina, el Ayuntamiento de Tarragona concedió licencia urbanística estando declarada la zona como “zona verde”.
Con esta licencia se rehabilitó la zona y se abrió un restaurante de autentico lujo y referencia en la provincia de Tarragona durante 15 años (1993-2008). Pero tras la concesión de dicha licencia, la ciudadana Rosa Elias denunció el caso y tras décadas de lucha, llegar al Supremo e incluso al Constitucional, no quedó otra que aplicar la ley que obligaba al Ayuntamiento a desmontar a su cargo el negocio a principios del 2009 pagando una indemnización de 700.000 euros. Además desde entonces, la Corporación  esta sumida en una demanda de 17 millones de euros que presentó el propietario del negocio por el lucro cesante.
Y ya estamos en el último kilómetro que es el paseo marítimo de Tarragona que bordea la Playa del Milagro donde finalizaremos ésta muy interesante y relajante ruta. 

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