Ante las dantescas condiciones meteorológicas que anunciaban las diferentes webs para el fin de semana, había que encontrar algún rincón en el que la meteo fuera un poquito más benévola. Ese sitio parecía Ainsa y allí que nos fuimos, en busca de la Peña Montañesa.
Y es que a la Peña Montañesa le tenemos un cariño tremendo. Una montaña majestuosa y hermosa que reina sobre el Sobrarbe. En invierno, por otra parte, su canal norte tiene un aire alpino realmente atractivo.De esta manera aparcamos en Ceresa (890 m) a las 8,30 de la mañana y después de saludar al amigo Israel, que nos sorprende con un espectacular y floreado pantalón mientras andaba paseando a los perros y equiparnos convenientemente comenzamos la ruta por la GR que nos llevará hasta La Collada (1552 m).
Hora y media nos cuesta llegar a este punto, con los últimos tramos ya con una buena capa de nieve, aunque yo por mi parte la GR la perdí pronto y el último tramo lo tuve que hacer por una pista totalmente congelada.
A partir de la Collada seria Enrique el primero en abrir huella, luego yo un ratillo (corto, corto) y posteriormente David, que para eso esta como un toro. Así, siguiendo las huellas de David fuimos ganando metros muy poco a poco, hasta llegar al ultimo tramo de la canal, ya algo más dificultoso, con la nieve bastante dura, sin llegar a ser hielo. Se avanzaba rápido por esa zona, pero no dejaba de ser algo expuesto el ascenso.
Una vez en el collado y ya en la cara Sur el paisaje se vuelve sobrecogedor, con la nieve algo dura y los pocos árboles que resisten a la dureza del clima y la altitud. Que estampa más bonita nos presenta siempre esta cara, aunque la del invierno me deja siempre con la boca abierta.
Cuatro horas y media nos costo llegar a la cima, y como en esta ocasión la columna que corona la cima no se veía por ningún lado, casi le podríamos añadir un metro o dos a los 2291 m. oficiales. Por el camino un poquito de todo, frio, niebla, viento y nieve. Incluso algún pequeño rayo de sol y algún momento de tregua para ver los picos más próximos.
Solo nos faltaba algo de ventisca y esta nos estaba esperando en el inicio del descenso de la canal. Posteriormente una bonita nevada y en 3 horas de descenso en el coche y a por los huevos fritos que creo que nos los habíamos ganado. Aunque tengo que decir que los huevos fritos de David se convirtieron en un plato de ternasco que no se lo saltaba un gitano.
Un gran sitio para comer, a cualquier hora, Casa Turmo de Labuerda!
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